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5 consejos bíblicos para fortalecer la unidad en la familia

Lectura de 10 mins

Una casa dividida se derrumbará

“Como él conocía sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y una casa dividida contra sí misma se derrumbará.”

Lucas 11:17 NVI

Si no mantenemos la unidad en la familia, el hogar se derrumbará.

Estas fueron palabras de Jesús, declarando que cualquier organización, comunidad o familia, solo puede mantenerse firme si está unida. La división es un destructor de hogares, iglesias, empresas y hasta naciones. Aún podría haber amor, amistad, buenas relaciones entre sus miembros, pero si no hay unidad todo lo demás perece.

Si queremos construir hogares firmes, necesitamos hacerlo sobre el fundamento de la unidad.

La unidad es lo contrario a la división.

División podemos entenderlo como di-visión, es decir, diferentes visiones o dos visiones o más. La división es producto de la falta de visión en común dentro de una organización. Es cuando cada miembro está buscando un objetivo personal sin buscar uno en conjunto.

Una familia en la que cada miembro está buscando lo propio sin pensar en los demás está dividida, por tanto no puede prevalecer.

Si quieres escuchar el mensaje completo pudes hacerlo en el siguiente video o seguir leyendo este post.

Cómo se disolvió mi primera empresa

Cuando estaba en la universidad formé una empresa de tecnología con tres amigos.

Todos eran muy talentosos y había una fuerte amistad entre nosotros más allá de la relación laboral. Nuestra empresa iba creciendo, sin embargo, llegó el punto de decidir qué rumbo queríamos darle a futuro y ahí fue cuando las cosas cambiaron.

Un amigo quería desarrollar un software que pudiéramos vender a muchas empresas.

Otro quería que nos enfocáramos en la consultoría y asesorar varios proyectos de empresas o gobiernos.

Mi otro socio era un gran fan de la seguridad informática y su visión era desarrollar hardware que permitiera a las personas conectarse a internet de manera segura y anónima.

Yo, sinceramente, no tenía una visión muy clara de mi futuro 😜.

Al final, nunca llegamos a una visión en común por lo que, aunque la amistad nunca se vio afectada, no hubo pleitos, discusiones o mal entendidos, cada quien tuvo que tomar un camino separado para buscar su visión personal.

Nuevamente, la división es un destructor de toda organización.

Construyendo la unidad en la familia

La falta de unidad puede destruir una familia.

Y esto no solo se da hablando de matrimonios. Puede existir división entre padres e hijos e incluso entre hermanos. Podríamos vivir en un mismo hogar pero estar divididos los unos con los otros.

Necesitamos procurar la unidad en nuestros hogares.

El gran problema es que muchas veces creemos que la unidad se va a dar por sí sola, ¡mas no es así!

La unidad no nace, se construye.

Jesús quiere traer unidad en nuestros hogares y debemos esforzarnos en colaborar con Él para construir esa unidad.

Eso es justamente lo que Pablo escribe en la carta a los Efesios:

Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz.” Efesios 4:3 NTV

Si queremos ver unidad en nuestros hogares necesitamos luchar por ello, poner todo nuestro esfuerzo cada día, tomando de manera activa decisiones que promuevan esa unidad.

¿Cómo construimos la unidad en el hogar?

Rápidamente quiero compartir contigo 5 consejos bíblicos para crecer en unidad en la familia:

1. Hablando la verdad en amor

En cambio, hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia. Efesios 4:15 NTV

En una familia siempre habrán conflictos.

No existe la familia perfecta. En cada hogar siempre habrán desacuerdos, malentendidos y ofensas. La pregunta no es si habrán, sino cómo los vamos a resolver.

En el libro de Efesios, Pablo sigue desarrollando el tema de la unidad. Y aunque específicamente está hablando de la unidad en la iglesia, esto mismo aplica dentro del hogar.

La forma de resolver los conflictos es hablando la verdad en amor.

Hay dos extremos igualmente destructivos que podríamos tomar cuando nos enfrentamos a un problema en el hogar:

  1. Hablar reaccionando emocionalmente con palabras hirientes y ofensivas.
  2. Quedarse callado.

Este segundo caso se da sobre todo cuando por temor a la confrontación hacemos como que nada ha pasado creyendo que el problema se resolverá por sí solo.

¡Ningún problema se resuelve solo!

Si no hablamos para resolver el problema, se convierte en un oportunidad para una ofensa guardada que tarde o temprano se convertirá en una raíz de amargura.

El tiempo no cura las heridas, hablar la verdad en amor, sí.

Esto es algo que tuvimos que aprender junto con mi esposa Sindy.

Cada uno venía de una cultura familiar muy distinta en este sentido. En mi casa tendíamos más a quedarnos callados cuando se presentaba alguna situación incómoda o conflicto. En el caso de Sindy se inclinaba más hacia el otro extremo. Eso provocó que cuando teníamos algún desacuerdo, nuestra reacción era distinta y muchas veces incrementaba el problema. Pero con ayuda del Espíritu Santo fuimos aprendiendo a llegar a un equilibrio, hablando la verdad en amor, para resolver los conflictos.

Debemos pedir ayuda al Espíritu Santo para vencer el miedo a la confrontación pero también para tener un espíritu manso y humilde que nos permita llevar los conflictos a la mesa y resolverlos en amor.

2. Perdonando las ofensas

En una familia siempre habrán conflictos, por tanto, oportunidades para ofenderse.

Hablar la verdad en amor no tiene ningún efecto si no nos acercamos con una actitud humilde dispuesta a perdonar las ofensas.

Muchas veces podemos decir, “está bien, hablemos”, pero vamos predispuestos a no cambiar nuestra actitud. Levantamos una barrera de orgullo, impidiendo que por más que la otra persona se esfuerce en querer solventar el problema se restablezca la paz. Incluso esta actitud puede llevarnos a una mayor división.

Si verdaderamente queremos luchar por la unidad de nuestro hogar, debemos mantener una actitud humilde dispuesta a perdonar.

Quiero que imagines a Jesús.

Él fue el único que no cometió ofensa en contra de nadie. Y aún así, cuando estaba en la cruz siendo colgado injustamente, después de que su cuerpo fue herido con severidad, sus palabras fueron: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. ¡Qué gran ejemplo de humildad y amor!

Si Jesús, quien nunca ha cometido ofensa, nos perdonó a nosotros, ¿qué nos impide a nosotros, que hemos cometido tantas, perdonar a otros?

El perdón resana las heridas que quieren quebrar la unidad.

3. Reconociendo los dones de cada uno y delegando autoridad

Él hace que todo el cuerpo encaje perfectamente. Y cada parte, al cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor. Efesios 4:16 NTV

Todo organismo deja de funcionar cuando todas sus partes quieren hacer y decidir todo.

Te imaginas una empresa donde cada empleado quiere hacer la función de los demás y todos quieren participar de todas las decisiones. El obvio resultado será el caos. Ninguna empresa podrá subsistir así por mucho tiempo.

Del mismo modo, cuando todos en la familia quieren decidir y hacer todo, los problemas comienzan.

En este pasaje, el apóstol Pablo habla de la Iglesia como un cuerpo en el cual cada persona representa una parte. Al permitir que cada miembro de este cuerpo realice su función sin intentar cumplir la de otro, el resultado es que todo encaja perfectamente (unidad) y el cuerpo crece sano y lleno de amor.

Lo mismo sucede con la familia.

La familia es una micro-iglesia. En ella también Dios ha puesto diversidad de dones, talentos y personalidades. Y si organizamos las responsabilidades y decisiones familiares respecto a éstos, tendremos mayor armonía.

Por ejemplo, en mi caso, Sindy es una persona mucho más administrada con las finanzas que yo. Por eso, aunque yo tengo un rol más activo en generar ingresos familiares, ella tiene la responsabilidad de administrarlos. He descubierto que si yo trato de administrar nuestros ingresos, terminan desapareciendo 😅. De esa manera trabajamos en equipo aprovechando los dones de cada uno.

Deleguen roles, funciones y responsabilidades en la casa, y permitan que cada quien pueda tomar decisiones respecto a su función.

No quiere decir que nunca se busque llegar a un acuerdo entre todos. Pero esto será más en las decisiones grandes. Decisiones pequeñas podemos delegarlas totalmente y permitir que la familia funcione como un equipo en el que cada quien aporta de acuerdo a su diseño.

Este principio funciona en la iglesia, las empresas, la familia y cualquier organización.

Cuando cada quien hace aquello para lo que fue diseñado, el cuerpo se mantiene unido.

4. Recordando las cosas en común

El enemigo buscará maximizar nuestras diferencias y que olvidemos nuestras similitudes para provocar división en medio de nosotros.

Es común que cuando estamos pasando por momentos difíciles nos enfocamos tanto en nuestros problemas que perdemos de vista todo lo bueno que puede estar pasando al mismo tiempo a nuestro alrededor.

Lo mismo pasa con la división.

Cuando estamos pasando por dificultades en la unidad, debido a desacuerdos y diferencias, solemos enfocarnos tanto en éstas de tal modo que dejamos de ver todo aquello que nos unía desde un principio.

Esto sucede mucho con los matrimonios.

Si en algún momento tomaron la decisión de casarse es porque tienen cosas en común que los unieron. Tal vez al ser novios solo se enfocaban en ellas, pero al casarse comienzan a descubrir diferencias de las cuales no eran conscientes que traen conflicto a la dinámica familiar. Mientras el tiempo pasa y los conflictos no se resuelven, estas diferencias se pueden volver el punto de enfoque hasta incluso llegar a pensar: “¿Cómo me case con esta persona? No tenemos nada en común”.

La realidad es que sigue habiendo mucho en común pero nuestra vista está nublada.

Si queremos luchar por la unidad en nuestras casas debemos recordarnos constantemente aquellas cosas que nos unen.

Cuando Cristo es una de ellas, se convierte en el fundamento más fuerte de nuestra unidad.

5. Orando por unidad

No te pido solo por estos discípulos, sino también por todos los que creerán en mí por el mensaje de ellos. 21 Te pido que todos sean uno, así como tú y yo somos uno, es decir, como tú estás en mí, Padre, y yo estoy en ti. Y que ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.

Juan 17:20-21 NTV

Este es el punto más importante, porque sin Jesús todos los demás puntos son imposibles.

Construir la unidad en nuestras propias fuerzas es imposible, pero con la ayuda de Dios todo es posible.

La oración es fundamental para la unidad. Necesitamos orar para que Jesús sea el centro de nuestro hogar, para que las actitudes de nuestro corazón que nos dividen sean transformadas y nuestras heridas sanadas.

Si permanecemos unidos a Jesús, podemos permanecer unidos los unos con los otros.

Es una gran esperanza el poder orar por la unidad de nuestros hogares, pero una mayor bendición saber que Jesús oró por nuestra unidad.

Jesús oró para que todos sus discípulos seamos uno. Eso incluye ser uno en la iglesia pero también uno en el hogar. No pueden haber iglesias unidas sin familias unidas.

Jesús vino a convertirse en el fundamento sólido sobre el cual podemos edificar nuestra hogar de modo que, aunque venga la tormenta, nada nos mueva.

Mostrando a Jesús por medio de la unidad

Finalmente, quiero destacar algo que me encanta de este último pasaje.

Jesús oró por nosotros diciendo “que sean uno”, pero concluye diciendo “para que el mundo crea que tú me enviaste”.

Cuando alguien ve un hogar unido hay algo que se despierta en su interior que lo lleva a creer en Jesús como el enviado de Dios por nosotros. ¿Será que hoy muchos no están creyendo porque nos ven divididos? Parece que la unidad es vital si deseamos mostrar a Jesús al mundo.

Si nos esforzamos en construir la unidad, estoy seguro que muchos podrán encontrar a Jesús en tu hogar.

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