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El significado de esta palabra puede cambiar tu perspectiva de la oración para siempre

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Cuando nos acercamos a la Biblia, hay palabras que al ser traducidas nos dan cierta idea del significado del pasaje pero que, al estudiar su raíz, puede darnos una perspectiva más amplia.

En esta ocasión me refiero a la palabra CIELO.

Redefiniendo “cielo”

Al escuchar la palabra cielo en la Biblia seguramente lo primero que viene a tu mente es un espacio lejano donde Dios habita. Y aunque éste es uno de sus significados este concepto no siempre se refiere a esta idea.

La palabra hebrea que en el Antiguo Testamento se traduce como cielo es shamayim (H8064).

Esta palabra, de acuerdo al contexto, puede significar: “la morada de Dios”, “el espacio donde se encuentran los planetas, estrellas, etc.”, “el cielo visible a nuestros ojos”, pero también “el aire que nos rodea o la atmósfera a nuestro alrededor”.

Hay distintos pasajes que presentan la idea de Dios comunicándose con los hombres desde el Cielo.

La intimidad de la comunicación nos hace comprender, de acuerdo al contexto, que la voz de Dios no era distante sino cercana.

Perceptible.

Por tanto, este “cielo” no puede ser una instancia lejana o inaccesible, sino que debe referirse a la Presencia de Dios entrando en contacto con el hombre desde la atmósfera que lo rodea.

Por ejemplo:

17 ”Cuando Dios oyó al niño sollozar, el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: «¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del niño. 18 Levántate y tómalo de la mano, que yo haré de él una gran nación».” Génesis 21:17-18 NVI

15 El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez desde el cielo16 y le dijo: —Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma el Señor— 17 que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos. 18 Puesto que me has obedecido, todas las naciones del mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia.” Génesis 22:15-18 NVI

¿Cómo este concepto afecta nuestra oración?

Cuando Jesús enseñó a orar a sus discípulos comenzó con esta frase:

“Padre nuestro que estás en el cielo Mateo 6:9 NVI

Jesús quería que nuestro tiempo de oración comenzara reconociendo dos aspectos de Dios:

  1. Él es nuestro Padre.
  2. Él está en el cielo.

Reconocer a Dios como Padre tiene que ver con un aspecto de intimidad. Debemos comenzar orando reconociendo que Él nos ama, tiene cuidado de nosotros, no es un tirano o un señor reclamando algo, sino un Padre que da todo por nosotros.

En segundo lugar, nuestro Padre está en el cielo.

Aquí es donde nuestra definición afecta nuestra percepción.

Si vemos cielo como la morada de Dios en el espacio inaccesible, sentiremos que estaremos hablándole como si fuera una llamada de larga distancia.

Pero...

Que tal si lo que Jesús quiso decir es:

“Dios está aquí contigo”.

“Él está en el aire”.

“Él está presente en la atmósfera que te rodea”.

“Lo puedes oír, sentir”.

“Él está cerca”.

Creo que si cada vez que empezamos a orar tenemos una conciencia plena de esto, nuestra vida de oración cambiará para siempre.

Personalmente, desde que estuve meditando en esto, he sido intencional en que cada vez que oro empiezo colocando mis afectos y pensamientos en esta verdad.

Dios está aquí conmigo.

Él está en la atmósfera que me rodea.

Él está presente en este momento.

Y no sigo avanzando en palabras hasta que todo mi ser está plenamente seguro de esta realidad. Esto hace que la oración se vuelve más placentera.

Probablemente a esto se refería Jesús cuando dijo que entráramos al lugar secreto, y que nuestro Padre está en lo secreto (Mt. 6:6).

Él no está lejos.

Mi Padre está aquí.

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